El pasado 25 de enero de
2017, Transparencia Internacional dio a conocer el resultado de su informe
anual en el que analiza los niveles de percepción de corrupción al interior del
sector público en 176 países del mundo.
En esa oportunidad, Chile se
ubicó en el lugar 25 de la lista, cayendo desde su posición 23, y siendo
nuevamente superado por Uruguay, país que se mantuvo con el nivel más bajo en
la región, en el lugar 21.
Los resultados obtenidos en
esta materia tienen su correlato en lo expresado por la opinión pública
respecto de cómo percibe a su sector público. Podríamos aventurar como
hipótesis que, para la evaluación del año 2017, esta situación podría ser
incluso menos favorable, si se considera lo ocurrido con la identificación y
denuncia del millonario fraude en Carabineros.
También influirá
negativamente lo acontecido a fines del 2016 en materia de gestión municipal
donde, a raíz de los cambios de administración, se conocieron una serie de situaciones
que evidencian las falencias existentes en materia de gestión, control y
rendición de cuentas, que, si bien no se ha demostrado que sean directamente
atribuibles a casos de corrupción, sí podrían incentivar un incremento en la
percepción de la misma.
Entre estas situaciones destaca lo acontecido
en la comuna de Maipú, donde se dieron a conocer una serie de denuncias
realizadas ante el Ministerio Público por la alcaldesa de dicha comuna en
contra de 42 funcionarios por irregularidades, entre las que se cuentan la
existencia de funcionarios “fantasmas” que estarían siendo remunerados sin
prestar los respectivos servicios para los cuales fueron contratados.
A ello se sumarían las
situaciones de déficit que están enfrentando diferentes comunas del país, como
es el caso de la Municipalidad de Santiago, cuyo déficit en materia educacional
asciende a la suma de $12 mil millones, debido a que las subvenciones otorgadas
por la cartera de Educación estarían siendo utilizadas para pagar
remuneraciones a nivel local y, lo más grave, es que ese déficit se habría
producido en desconocimiento de su máxima autoridad comunal, según lo declarado
por algunos concejales de dicha repartición.
En igual condición se
encontraría la comuna de Ancud que, entre otras, denuncia un déficit por parte
de su Corporación Municipal de al menos $2.500 millones, cifra que estaría
siendo engrosada por deudas pendientes por pago de imposiciones, pagos de
servicios a proveedores, devoluciones de recursos al Ministerio de Educación y al
Servicio de Salud de Chiloé. Situaciones similares a las descritas también se
han identificado en las comunas de Providencia, Renca y probablemente en varias
otras municipalidades donde hubo cambio de alcaldes.
Conoce el estudio completo
en este enlace.
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